Nos robaron un cliente.Sí, así de claro empieza esta historia. - Two Glass
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Nos robaron un cliente.
Sí, así de claro empieza esta historia.

Y duele, porque cuando uno cree en la fidelidad construida desde el servicio, el cuidado y la dedicación, no espera que el golpe venga de donde menos lo imagina. Lo más triste no fue perder al cliente, sino descubrir que quien se apropió de esa relación fue el mismo proveedor con el que entregábamos nuestros productos. Un proveedor en el que confiamos cada diseño, que sabía perfectamente de dónde venía el trabajo, quién lo lideraba y cuánto esfuerzo había detrás… y aun así decidió pasar por encima.

Dicen que así son los negocios.
Y sí, entendimos que los negocios también son ciclos. Pero no todo vale.

En Two Glass llevamos siete años en el mercado, aprendiendo —a veces a la fuerza— que crecer no es solo vender más, sino sostener una moral clara incluso cuando nadie está mirando. Nosotros no trabajamos de esa forma, y nunca lo haremos. Creemos profundamente que cuando se hacen las cosas bien, el respaldo llega. Y lo hemos visto: por eso hoy la mayoría de nuestros clientes están en distintas ciudades de Colombia, confiando en un servicio integral, transparente y coherente.

Nuestro proceso de diseño es completo. Nos importa la marca, el producto y la historia que hay detrás. No hacemos trabajos en serie sin alma, ni tratamos a los emprendimientos como un número más, como ocurre en muchos lugares del centro de Cali, en San Nicolás y otros sectores donde el enfoque no está en construir, sino solo en producir.

Esta experiencia nos enseñó varias cosas:
que hay que soltar, aunque duela;
que los rompimientos también forman;
que no todo proveedor comparte tus valores;
y que crecer exige elegir mejor con quién caminar.

Alguien nos dijo una vez: “cuando se cierra una puerta, se abren dos ventanas”. Y lo creemos. Pero también aprendimos algo más importante: no nos pasa dos veces. Hoy buscamos aliados que vibren con nuestros principios, porque en Two Glass somos auténticos, transparentes y coherentes, aquí y frente a cualquiera.

Seguimos.
Más atentos, más fuertes, más claros.
Porque los valores no se negocian, y el aprendizaje —aunque incomode— siempre nos hace mejores.

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